En la búsqueda constante de sanar heridas y construir un futuro más armonioso, la comunidad de El Manglito se ha convertido en el escenario para un valioso taller que promueve el perdón y la reconciliación.

Impulsado por Escuelas de Perdón y Reconciliación (ESPERE), de la Fundación para la Reconciliación México, SUCEDE y NOS Noroeste Sustentable, este programa ha llegado a la comunidad con la firme convicción de transformar vidas y fortalecer la convivencia comunitaria.

Gabriela Pérez, representante de ESPERE, dijo que desde su inicio en el año 2002 en Colombia, con la Fundación para la Reconciliación, estos talleres han sido un faro de esperanza para aquellos que buscan liberarse del peso de resentimientos y rencores. Con el objetivo de brindar un espacio seguro y propicio para el crecimiento personal, el taller se enfoca en abordar las ofensas recibidas desde una perspectiva multidimensional: emocional, espiritual y conductual.

El padre Leonel Narváez Gómez, pionero en la dirección de estos talleres, llevó su experiencia y conocimientos a Harvard, donde realizó su segundo doctorado sobre la virtud política del perdón y la reconciliación. Desde entonces, la metodología desarrollada ha sido reconocida por su efectividad, ganando el premio de la UNESCO como Educación para la Paz en 2006, indicó.

Las tres dimensiones

Gabriela Pérez destacó que el proceso se centra en tres aspectos fundamentales de la experiencia humana: la seguridad personal, la sociabilidad y el sentido de vida. A través de un análisis profundo de estas dimensiones, los participantes exploran el impacto de las ofensas en su bienestar emocional y relacional. No se trata simplemente de revivir las heridas, sino de comprender cómo estas afectan la percepción de sí mismos, de los demás y del futuro.

“El insumo es una ofensa que haya recibido, detalles de la ofensa no se abordan, sino que simplemente lo que abordamos es cómo me sentí en esa ofensa en tres dimensiones, en tres particularidades que nosotros le llamamos las tres S”, explicó.

Seguridad: Cómo me sentí en mi seguridad conmigo mismo, ¿me bajó la autoestima?, ¿me sentí inseguro?, ¿me sentí aislado?, ¿cómo me sentí con respecto a mi seguridad en mí mismo?

Sociabilidad: ¿Me aislé?, ¿dejé de hablarle a esta persona?, ¿dejé de ver este grupo?, no puedo trabajar en un equipo, o sea, cómo estoy en mi capacidad de socializar.

Sentido de vida: ¿Todavía anhelo ese proyecto?, ¿lo dejé a un lado porque ya para mí no importaba o ya dejó de importarme?

“El taller esencialmente trabaja estos pilares de la existencia humana, que es mi relación conmigo mismo, mi seguridad en mí mismo, mi relación con los demás, mi capacidad de socializar y mi capacidad para hacer futuro con los demás. Ese es mi sentido de vida”, manifestó.

Un taller de 10 módulos

Son aproximadamente 25 personas de la comunidad de El Manglito las que desde el martes 2 de abril y hasta el 12 de este mismo mes estarán tomando el Taller del Perdón y la Reconciliación.

El taller, compuesto por 10 módulos de tres horas cada uno en el que se abordan temas como la percepción emocional, la detección de emociones y la transformación del significado de las ofensas.

Con un enfoque gradual y estructurado, se espera que al final del programa, los participantes hayan adquirido herramientas para superar las barreras emocionales y reconstruir relaciones más saludables consigo mismos y con su entorno, dijo Gabriela Pérez.

A través de este enfoque, se espera que los líderes y miembros de la comunidad se conviertan en agentes de cambio, capaces de detectar y abordar conflictos de manera constructiva.

La experiencia en otras comunidades, como La Reforma, en Sinaloa, ha demostrado el impacto positivo de estos talleres en la vida de las personas y en la dinámica comunitaria.

Desde la restauración personal hasta la participación en proyectos colectivos, los beneficios se extienden más allá de las fronteras individuales, creando un tejido social más fuerte y resiliente.

Gabriela Pérez lanzó la invitación a todas las personas interesadas en transformar sus vidas desde lo más profundo de su ser a unirse a este valioso proceso de perdón y reconciliación, porque, como bien dice la UNESCO, la paz comienza en el corazón de cada individuo y es allí donde debemos comenzar a construirla.

Subrayó que si bien el perdón no cambia nuestro pasado, sí puede transformar nuestro futuro.