Tras años de sobreexplotación, este pescador de La Paz logró cambiar su manera de trabajar y ahora impulsa la restauración de especies marinas.
La historia de Hubert Enrique Méndez Camacho es un testimonio de cómo la relación con el mar puede evolucionar de la explotación a la conservación. De la pesca ilegal a la pesca sustentable.
El pescador del barrio El Manglito, La Paz, dio el testimonio de la historia en su relación con el mar para el programa Voces del Mar, un esfuerzo colaborativo de Altavoz Radio, de la Ciudad de México, y NOS Noroeste Sustentable, para documentar y difundir prácticas de pesca sostenible, y sensibilizar a la audiencia sobre la relación entre comunidades y ecosistemas marinos.

Méndez Camacho narró que, al crecer rodeado de pescadores, desde niño quedó fascinado por la actividad de su padre, quien buceaba para capturar almeja Catarina en las aguas cristalinas de la Ensenada de La Paz.
El paraíso submarino que le describía su papá
Su historia con la pesca comenzó como un castigo impuesto por su madre, quien lo envió a trabajar con su padre para que entendiera el esfuerzo que requería ese oficio. Sin embargo, lo que empezó como una lección pronto se convirtió en pasión.
“En ese tiempo tenía como 7 u 8 años. Con el paso del tiempo iba más con mi papá, me iba los sábados, convencía a mi mamá que me dejara ir y la verdad dije yo, ¿cuál sufrimiento? Yo le miraba a mi papá sus ojos, su rostro, que le encantaba estar en el mar”, contó.
Recuerda que su papá le contaba lo maravilloso que era bucear y admirar la vida submarina de la Ensenada, que describe como un “paraíso”.

Sin embargo, Hubert descubrió que aquel paraíso estaba desapareciendo. Cuando aprendió a bucear a los 13 años, ya no encontraba las mismas poblaciones de almeja que había visto en su infancia. La sobreexplotación había agotado los recursos y los pescadores comenzaron a migrar a otras áreas y a incursionar en la pesca nocturna de especies como el pepino de mar.
Dijo que a los 18 años ya participaba en esta actividad, muchas veces recurriendo a prácticas ilegales como el arponeo nocturno de especies como el pargo, la cabrilla y el pez perico.
El punto de inflexión
La situación cambió cuando un observatorio ciudadano denunció las actividades ilegales de pesca en las islas cercanas a La Paz. En ese momento, Hubert conoció a NOS Noroeste Sustentable, una organización que trabaja para promover la pesca responsable y la restauración de ecosistemas marinos.
Inicialmente, la presencia de la organización generó rechazo entre los pescadores, pero pronto Hubert y su comunidad entendieron que podían hacer las cosas de manera diferente.
“Gracias a esa denuncia comenzamos a construir esta bonita historia de la restauración de la Ensenada de La Paz y comenzamos a recuperar el callo de hacha que lo habíamos sobre explotado. Comenzamos a ingresar un poco de almeja Catarina, que se fue acabando con el paso del tiempo por la sobreexplotación y los fenómenos naturales”, recordó.
Gracias a esos esfuerzos de restauración en la Ensenada de La Paz, han recuperado especies como el callo de hacha, el mejillón y la almeja roñosa, que habían sido sobreexplotadas. Hoy en día, su comunidad cuenta con 230 toneladas de mejillón listas para ser aprovechadas de manera sustentable.

Un futuro para el mar y su gente
Hubert Méndez comentó que ha dado “tres pasos atrás” para poder avanzar en la dirección correcta. Ahora, junto con otros pescadores de El Manglito, participa activamente en la limpieza de los manglares y el fondo marino, y trabaja para agregar valor a los productos pesqueros sin comprometer la salud del ecosistema.
Esa transformación personal y de la comunidad fue posible gracias a NOS Noroeste Sustentable que llegó y los educó sobre cómo cuidar la Ensenada y aprovechar las especies de manera sostenible y darle valor agregado.
“Eso fue tan bonito que la verdad le agradezco mucho a esa organización que nos ha venido a apoyar y a educar para pescar cada vez mejor”, expresó.
Hoy, la Organización de Productores Rescatando la Ensenada (OPRE), donde participa Hubert junto a otros pescadores, es un ejemplo de cómo la voluntad del sector pesquero, sumada al respaldo de organizaciones como NOS Noroeste Sustentable, puede transformar la comunidad y fomentar el aprovechamiento sostenible de los recursos marinos, garantizando la conservación de los ecosistemas.