Los integrantes de la Organización de Pescadores Rescatando la Ensenada (OPRE) han aprendido de su pasado y no quieren repetirlo, por ello es que trabajan para transformar su actividad pesquera.
Con el impulso de un Proyecto de Mejora Pesquera (FIP, por las siglas en inglés de Fishery Improvement Project), buscan certificar sus prácticas y dar valor agregado al callo de hacha, con el objetivo de acceder a mercados internacionales donde la sostenibilidad es una condición indispensable.
Ramón Antonio Ángel Méndez, integrante de OPRE, platicó que el proyecto es acompañado por NOS Noroeste Sustentable y el investigador Víctor Gerardo Vargas López que es asesor certificado, quien ha iniciado capacitaciones con las y los pescadores para fortalecer las prácticas ya implementadas.
“Se da aviso a Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (CONAPESCA) y Instituto Mexicano de Investigación en Pesca y Acuacultura Sustentables (IMIPAS) que se va a hacer una evaluación, se termina, nos otorgan un periodo de captura y empezamos a trabajar. Ya sabemos qué áreas del banco se van a trabajar, cada panga trae su bitácora donde registra a qué hora salió de la orilla de la playa, a qué hora terminó la labor de trabajo, qué tantas piezas de callo de hacha sacaron y se manda al área donde se enhiela el producto”, explicó.

Un camino hacia mercados que exigen sostenibilidad
Este esfuerzo no surgió de la nada. Hace más de una década, El Manglito vivió una dura experiencia de sobreexplotación de especies. Las malas prácticas, incluso ilegales, llevaron a la degradación de La Ensenada de La Paz y a la escasez de especies. Con esto la comunidad cambió e iniciaron la restauración de este cuerpo de agua.
“Primero restauramos la ensenada, hicimos limpieza, sembramos semilla, organizamos vigilancia… todo sin saber si algún día nos darían la concesión”, recordó Ramón Ángel.
Hoy, con la concesión en mano y un historial de trabajo responsable, buscan ir más allá.
Destacó que el FIP representa una herramienta que les puede abrir la puerta a un mercado donde se exige una pesca sustentable.
“Hoy en la actualidad es lo que te pide el mercado extranjero, incluso ya también nacional, por ejemplo, Costco solo te compra un producto siempre y cuando estés en un FIP”, dijo.

Actualmente, el callo de hacha que extraen los pescadores de OPRE se comercializa en ciudades como Mazatlán, Culiacán, Ciudad de México y Tijuana, pero con la certificación FIP de pesca sostenible, el valor del producto puede aumentar y llegar a mercados más allá de la frontera.
Ángel Méndez subrayó que el no cometer dos veces el mismo error los impulsa a apostar por prácticas de mejora pesquera, convencidos que eso les asegurará contar con una ensenada limpia y con producto en el futuro, y les beneficiará económicamente a las familias de El Manglito.